30 julio 2007

SAN JUAN DE LA CRUZ.


Mientras iba de tu mano hacia la montaña,

unos días eran fuego y otros eran llamas.

Dentro del espejo donde no me reflejaba,

la promesa que en la cima nos aguardaba.


Pero una vez allí las nubes

no nos dejaban ver el suelo

y una sensación que tuve fue miedo.


El camino de bajada era más estrecho,

se podría decir una bajada a los infiernos.

Te pedí que me guiaras cuando estaba ciego,

la montaña fue quien respondió con eco,

un eco que reproducía exactamente mis lamentos,

los sueños que una vez tenía y ya no tengo.


Un camino de torturas y de sufrimiento

que me ha traído donde ahora sigo muerto,

rezando para que alguien me levante del suelo,

donde estoy abandonado.


Así que te pedí lo menos y no quisiste darme nada

y ahora que ya no te quiero, me llamas, me llamas ...


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