11 mayo 2006

lucero vespertino


Ocurrió una medianoche
A mediados de verano;
Lucían pálidas las estrellas
Tras el potente halo
De una Luna clara y fría
Que iluminaba las olas
Rodeada de planetas,
Esclavas de su señora.
Detuve mi mirada
En su sonrisa helada
Demasiado helada para mí;
Una nube le puso un velo
De lanudo terciopelo
Y entonces me fijé en tí.
Lucero orgulloso,
Remoto, glorioso,
Yo que siempre tu brillo preferí;
Pues mi alma jalea
La orgullosa tarea
Que cumples de la noche a la mañana
Y admiro más, desde luego,
Tu lejanísimo fuego
Que esa otra luz,
más fría,
más cercana.

EDGAR ALAN POE

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